Ciudad de México como motor de oportunidades

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Durante muchos años, el señor Juan Carlos Hernández pasó enfrente de los restaurantes famosos de la Ciudad de México sin parar para conocerlos, ni siquiera miraba los precios del menú. Le gustaría entrar, pero temia ser reconocido, sentía que llevaba un letrero en su frente que decía «soy pobre». Sin embargo, tras 29 largos años, logró dashacerse de ello. Trabajando como anunciante, el primer hijo universitario y el valor de su trabajo es 4 veces mayor que el de sus genitores.

Ciudad de México (Foto: Pixabay)
Ciudad de México (Foto: Pixabay)

Cualquier persona nacida o criada en la capital de México tiene una ventaja. En Ciudad de México, seis en cada 10 individuos que viven en la pobreza logran superar esta condición, en cambio, a nivel nacional, de acuerdo con un reporte del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), esta cifra disminuye a tres en cada diez personas. Ciudad de México se destaca con de forma más positiva en medio a un país con altos índices de pobreza y desigualdad. Según los datos oficiales más recientes, el 41% de los mexicanos vive en una condición de privación, especialmente en la zona sur, que es donde se presenta índices más elevados, donde solamente el 14% de la población sale de la pobreza. De esta forma, la capital mexicana sobresale como la excepción al estacamiento que parace ser la norma.

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A los seis años de edad, Hernández se fue a vivir a la Ciudad de México, capital con un número mayor que 23.ooo.000 de habitantes. No hablaba español, sino náhuatl. Tiene recuerdos de su infancia, como el sentimiento de no ser parte de la escuela y momentos de intimidación. Creció en apartamentos donde las cortinas y los muebles hacían las paredes de la vivienda. Su padre trabajaba en una empresa de fabricación de velas y su madre como empleada del hogar. Anualmente, cocinaban dos veces pasteles y hacían una excursión por la Alameda Central. En el entorno escolar, Hernández era un estudiante retirado, como un «seguro», se describe a sí mismo. No les contó a sus compañeros de clase sobre sus orígenes y tampoco se los llevó a su casa.

En este periodo, tenía un solo pensamiento: la necesidad de salir de ahí. Obtuvo buenas calificaciones e ingresó a la Facultad de Ciencias y Humanidades de la universidade más prestiagada de México, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se graduó y se especializó en publicidad. Enseguida, se consiguió un trabajo en una cadena, trabajo que le proporcionó vacacionar en Cuba, algo que años antes no sería posible.

La economista del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Eva Arceo, señala aspectos de la Ciudad de México que posibilitan historias como la de Hernández, como por ejemplo mayores oportunidades académicas y dinamismo económico. Para la economista, en la capital mexicana están las mejores universidades públicas del país y las mejores oportunidades laborales.

No obstante, en Ciudad de México también hay un alto nivel de desigualdad. La capital es responsable por el dieciséis por ciento del Producto Interior Bruto mexicano y su alta sociedad es prácticamente tan hermética como las demás ciudades del país. Según centro de análisis CEEY, solamente siete en cada 100 habitantes nacidos en la pobreza logran conseguir ingresos más elevados. En cambio, solamente tres en cada 100 habitantes nacidos entre los ricos bajan para el grupo de ingresos bajos. Roberto Vélez, dirigente del centro, argumenta que el cambio, cuando sucede, generalmente es hacia al estrato precisamente superior.

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